2012
La hija de mi vecino era igualita a uno de esos seres
mitológicos que salen en los libros fantásticos; “niña-cíclope” le decían, pues sólo
tenía un ojo. ¡Uno solo! Pero no siempre había sido tuerta. Según, un día la
carajita le pidió a su papá: «¡Quiero un parche, papi, quiero un parche! Los
parches están de moda. ¡Andaaa!». Fue tanto el lloriqueo que la niña le montó que el pobre hombre, ya obstinado, le sacó un ojo con el tenedor. «¡Gracias,
gracias, gracias! —exclamó la hija, feliz—. ¡Eres el mejor papá del mundo!».
Cuando la “niña-cíclope” salió a mostrarle a sus amiguitas lo chic que
se veía, estas comenzaron a mofarse de ella; la moda de los parches ya había
pasado.
R.