22 jun 2011

Devaneo

2011

Después de pasearme por las inmediaciones de la nevera buscando qué roer, llego a la cama. Ahí estás, de nuevo frente a la laptop, intentando culminar ese raro ensayo tuyo (¿o acaso es el mío?): “lectura para flojos y para los que prefieren ver películas”.

¡Espléndida en tus devaneos!

“FELIZ NAVIDAD, AMOR”, te digo. Pero ni siquiera ves la tarjeta.
Sacas el dinero, deshechas el sobre y sonríes por cumplir.
Herida, costra y cicatriz; todo junto.

Te levantas. Tu trasero emerge de entre las sábanas cuando éstas últimas se deslizan hasta el suelo. Desvergonzada. Paseando cruelmente frente a mis ojos golosos. Ah, pero soy tan bueno que no pienso asesinarte.

¿Por qué no quieres verme?
¿Quieres que te deje en paz, que desaparezca, que muera?

¡Anda, huye! Sueles huir ante mi cobardía. Y lo soy: un cobarde. Y no le temo al fracaso, sabes que mi motor agoniza. Dolor abdominal, lumbar, extremidades que no paran de sangrar (¿sangre animal, vegetal?).

No obtengo satisfacción, amor.
No hay fantasías, anhelos, ni sueños.
Soy existencialmente impedido.

¿Quién vive en éste cuerpo?, ¿de quién son éstas manos?
Quiero sexo, alma... Quiero vivir bajo el mar,
predicar las atrocidades del mesías.
¿Otra gran ofensa al Señor?

R.

2 comentarios:

  1. ¿Otra gran ofensa al Señor?
    El Señor siempre se ofende fácilmente, pero este es el mundo que quiso...¿no?
    Yo definiría este poema como condensación... hay mucho por dentro.
    Un saludo.

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    Respuestas
    1. Hola Susi! Hasta ahorita es que me he fijado en tu comentario. Wow, dos años sin responderte, disculpa...
      Bueno, sí, este es el mundo que Él quiso. ¿Pero y el de nosotros? Son muchos mundos, como dices, por dentro. Obviamente no nos queda más que refugiarnos en ellos sin esperar que el "global" mejore. Pero al salir... ¡Vamos! prediquemos atrocidades. ¿sí?

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