6 abr 2015

Edén: Coro (Capítulo II)

2014

Intro
Capítulo I


Días atrás:

A 10.000 metros de altura el hidroavión comenzó a sacudirse con violencia. Uno de los pasajeros, Indio Lenon, despertó en medio de la turbulencia y desorientado miró a su alrededor. Se sobresaltó al descubrir en el asiento de al lado a un payaso, uno de verdad, de cara blanca y nariz roja. «Aquí dejan viajar a cualquiera», se dijo. De niño había visto a Popy en un acto de su escuela, pero ni siquiera entonces estuvo tan cerca.
Ya más tranquilo se asomó a la ventanilla y observó con sosiego la densa negrura. Observó, pesaroso, su propio reflejo.
Indio Lenon, la dilatada estrella de rock de los ‘90, era un espécimen en peligro de extinción. Ya nadie compraba discos; por ende, el sello disquero le obligaba a embarcarse en giras de promoción por todo el país, siempre de aquí para allá, siempre en vuelos baratos, siempre solo... «¿Qué clase de vida es esta?» se preguntaba el Indio, deprimido.

Aquella mañana le había costado un mundo levantarse de la cama jamás hubo frase mejor dicha. Bañarse, vestirse y tener todo listo para estar a tiempo en el hidropuerto fue una verdadera proeza.
—No vayas a comer nada durante el vuelo —le aconsejó en el andén su bella y atenta Mecamante, un dulce robot doméstico de tercera generación.
—Despreocúpate, amor —le contestó él, sonriente.
¡Ah, cómo adoraba a su Mecamante! Desde que la adquirió, hace más de un año, nunca antes se había sentido tan bien atendido, nunca antes tan complacido. Con ternura besó aquellos labios sintéticos y suavemente la tomó por el cuello. ¡TRACK! Giró su cabeza 360° y le puso baterías nuevas en el compartimiento de la cerviz. «Ojalá fuera real» pensó con tristeza mientras embarcaba y le decía adiós con la mano, «de regreso la llevaré a cenar».
De haber sabido…

¡PAF! Un manotazo en el hombro sacó a Indio Lenon de su abstracción.
—Muchacho —le habló su vecino, el payaso—, te vas a morir de la risa con lo que te voy a contar. Verás, siempre quise ser un bufón; en mi cumpleaños número nueve papá y mamá me llevaron a conocer el circo, fue lindo, había leones, jirafas, trapecistas; por desgracia de regreso a casa chocamos de frente contra un tractor y salí disparado del auto. Perdí mi dentadura y a toda mi familia. ¿Te gustaría verme sonreír?
Indio Lenon no se atrevió a pronunciar palabra alguna. «No, este no se parece en nada a Popy. Da más miedo». 
De repente las luces que indicaban abrocharse los cinturones se encendieron, los motores del hidroavión se apagaron y bruscamente comenzaron a descender en posición vertical. Todos a bordo entraron en pánico cuando una de las Mecazafatas pasó deslizándose por el pasillo-tobogán gritando: «¡NOS MATAMOS! ¡NOS VAMOS A MATAR!». Y mientras caían en picada el payaso no paraba de reír. Aquella boca era un oscuro y profundo agujero desdentado. 
Hilarante.


Incluída en "Niños, meteoros y otros causantes el fin del mundo" (2014).


R.

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